César Millán nos presenta su libro: “El encantador de
perros”, de la editorial Aguilar.
La principal caracterÃstica del autor, está basada en que su nacionalidad es mexicana. Entender sus principios y raÃces es algo
importante que los lectores de su libro debemos saber; resulta interesante justificar
las razones por las cuales el autor comienza revelando su conocimiento y amor
por la naturaleza, esto lo lleva a contar de manera explÃcita, que no es veterinario ni
criador de perros, pero que tampoco lo pretende; le han llamado “el ayudante” y “el perrero”, él asegura que si lo encuentras por la calle y le
dices “amigo” buscará corresponderte
el saludo.
Al principio, encontrarás una historia que detalla su
travesÃa para llagar a Estados Unidos de Norte América, algo que podrÃa tomarse
como el sueño americano de muchos latinos. Narra los detalles de cómo llegó a
San Diego, California proveniente de Culiacán (Sinaloa), tienen sentido porque
introducen al lector para entender el conocimiento tácito que César obtiene al
comparar las formas en las que los humanos conviven con los animales. Desde el
inicio del libro, se describen los
primeros problemas de los humanos con los perros: “No les permitimos a los perros ser animales”, “somos humanos que damos demasiado amor a los perros”.
A menudo se escucha hablar de las “malas vibras”, “mala fe”
y hasta de la “energÃa negativa”,
llegado un punto en el que estas palabras son cotidianas en las personas hasta
generan rangos y niveles que marcan una diferencia con la brujerÃa y santerÃa,
finalmente todo converge en la ley de la conservación de la energÃa. El autor
de este libro hace uso de este concepto para explicar la importancia que ésta
tiene en los perros: energÃa buena y mala, la energÃa como un lenguaje, energÃa
sumisa y tranquila.
Todo el mundo sentÃa
pena por Josh… absolutamente todo el mundo. “Sentir lástima” por una animal que
vemos en un refugio es algo que le pasa casi a cualquiera. La compasión es un
rasgo sólo humano. Pero cuando cincuenta personas pasan por un refugio y todos
ellos envÃan al animal en cuestión esa energÃa compasiva, es “¡Oh, pobre
perro”!, esa energÃa termina siendo en esencia ese animal. Termina siendo su
definición.
Sentir lástima por un
perro no es hacerle un favor, sino disminuir sus posibilidades de transformarse
en un animal equilibrado en el futuro.
La lectura de este libro resultó grata por las historias sobre
la rehabilitación de perros y el adiestramiento de personas, es fácil entender
que una cualidad de los lÃderes es la habilidad para canalizar la energÃa. Para
ser lÃder de una manada, es necesario gestionar la energÃa propia y la de toda
la manada, esto trae como consecuencia un verdadero equilibrio, es decir,
felicidad y entendimiento con los perros.
Las hojas del libro tienen una caracterÃstica muy peculiar, el
color de hojas amarillento muy preciso que ayuda en su lectura; la letra de
gran tamaño que, por si sólo, aclama ser leÃdo como una búsqueda desesperada
para que existan más perros equilibrados en el mundo y el tamaño del libro
podrÃa resultar incómodo de inicio, ya que no es el formato acostumbrado de
‘libro de bolsillo’. El libro cuenta con referencias precisas e interesantes
estadÃsticas como:
- En promedio, dieciocho personas mueren al año por ataques de perro.
- Estados Unidos gasta más de ciento sesenta y cinco millones de dólares en tratar al casi millón de mordeduras graves que ocurren cada año.
- Las mordeduras de perros son responsables de 44 por ciento de los traumatismos faciales que se atienden en los hospitales de Estados Unidos.
- 60 por ciento de las vÃctimas de mordeduras en la cara son niños.
Debo expresar que no sólo es un libro que debe leerse a un
ritmo considerable, buscando incentivar la meditación y el razonamiento capÃtulo
a capÃtulo, también es un libro que pretende cambiar la forma de ver a los
perros, como animales y sin humanizarlos. Si bien hace mención en que la razas
distinguen el nivel de energÃa que requieren gastar a diario, hizo falta más
énfasis en que “la raza” no debe ser
motivo para encontrar la felicidad en los miembros de la casa donde pretende
vivir el perro, ni tampoco el equilibrio y felicidad del perro una vez que se
inserte en la vida de los humanos, por esto mismo, faltó también dedicar unas
lÃneas a expresar que la adopción de perros es una alternativa.
Foto obtenida desde la cuenta de Twitter de César Millán (@cesarmillan).
Pensaré
dos veces la siguiente vez que quiera mencionar la frase, “El perro es el mejor amigo del hombre”, porque quizá esté
humanizando a un animal. Trataré de ganarme el derecho de decirle amigo a mi mascota cuando haya logrado su
equilibrio.