La guitarra azul – John Banville

6:12 p.m.

Dedicado especialmente al rockerito de música popera y de personalidad común y corriente que da la espalda al altar de su Dios para una foto en instagram.



"Vivimos tiempos donde los infieles son perfectos" dijo el Padre Vilchis el pasado domingo como parte de su discurso en su homilía. Asociaba esta frase a la manera en la que actualmente las personas traicionamos nuestros principios, nuestra religión e incluso a nuestra familia. "En los tiempos de mi abuelo, antes de llegar a casa provenientes del trabajo, se tocaba el claxon del auto 2 veces y luego 2 vueltas a 10 km por hora a las dos manzanas contiguas (El truco del 2-2-10)", así generaba una regla de convivencia con mi abuela, más que por llevar la fiesta en paz, lo hacía por respeto a los que disfrutaban de la comodidad de la casa; narraba el Sacerdote Vilchis a la par de sorprenderse por los gestos que los feligreses hacían.

"En tiempos de las sociedades de la información y el conocimiento, no sólo tienen que seguir la recomendación de mi abuelo, también tienen que borrar sus SMS, sus chats en mensajeros tipo WhatsApp WeChat, KiK, Allo, Twillo, Line y Messenger de  Facebook,  activar el cifrado punto a punto y autoborrado de mensajes en las Apps Telegram, Snapchat, Slack, y Woowos, borrar los mensajes directos en Twitter, desactivar el auto guardado en los hangouts, eliminar las búsquedas más populares en los buscadores del correo y facebook, eliminar las fotos comprometedoras incluso del menú eliminados recientemente, borrar la lista de las llamadas recientes, activar el doble factor de autenticación de las Apps que lo permitan, hacer logout en el correo electrónico y aplicaciones que los puedan comprometer... en resumen, no llevar excremento innecesario a casa, y de paso sincronizar todas estas actividades con cuanto gadget se interconecte, en todo ello, incluye los momentos en los que el amor sufre un espasmo y le pedimos a los amigos que validen lo que no pudimos ver porque nos bloquearon o eliminaron temporalmente"; enfatizaba el primero Fraile y ahora Sacerdote Vilchis, mientras que los feligreses menos experimentados prendían sus smartphones para grabar las recomendaciones e incluso, los más osados, grababan un video para conservar tremendas recomendaciones. "Lo que les estoy diciendo, es que son perfectos para contarse historias en donde los malos son todos menos ustedes, y con una actitud muy parecida a la parábola del hijo pródigo que ahora nos sugiere las sagradas escrituras"… el mismo padre terminaba acomodando su asombro en el mismo rincón del cerebro donde se guarda la actividad neurovegetativa, a la par que movía la cabeza de una lado a otro como negándose a sí mismo lo que estaba viviendo.

Tener el Kindle en la mano con la novela más reciente del irlandés John Banville a quien se le conoce con su álter ego como Benjamin Black, es la manera más directa que conozco para darse un masaje en la palma de la mano, de esos que van directo a la actividad neurovegetativa. Es con este último pseudónimo con el que el autor ha publicado historias de corte negro; y con el que resulta una experiencia anticipada al siguiente nobel de literatura. Escuchar que es candidato a un galardón de ese tamaño, compromete al lector a disfrutar de su prosa sin dejar pasar detalles pues la perfección en su estilo existe. Dicha perfección solo la he encontrado en el escritor Javier Marías y quizá Murakami. La guitarra azul, editado por Alfaguara, es un texto que fomenta la exigencia de su autor provocando que el lector aplauda la infidelidad, porque se convence de que podría no ser un tema para ser juzgado, por el contrario, podría ser una convicción de vida, tanto como lo es el celibato, el matrimonio y el sacerdocio.
Tratándose de una historia generosa, es confuso saber si el estilo del autor es perfecto, o si está dirigida a infieles perfectos que actualmente leen libros electrónicos. Banville es un autor que escribe variaciones infinitas sobre un mismo tema sin caer en la monotonía: el robo del amor prohibido.

Oliver Orme, además de ser el personaje principal de la novela, es un hombre egoísta, mezquino y monstruoso, el mismo autor en entrevista con la periodista Elena Hevia asegura que, de todos sus personajes, éste es el más monstruoso que ha creado. Es un personaje que más bien da vueltas de todo, emprende una relación adúltera con una amiga asegurando que, además de ser un buen pintor y cleptómano, ha sido el mejor de sus éxitos en el arte del robo. Los descubren y él huye, primero con ella y después solo, aunque en realidad todo es una farsa; con temor de sí mismo, se marcha hacia algún lugar en el que está seguro de que lo puedan encontrar para rescatarlo del pintoresco infierno que él mismo se ha generado. Y así ocurre: dan con él y le riñen y le vuelven a dar cabida en su casa, un poco ridícula y sarcásticamente. A consecuencia de ese manejo de violencia psicológica, su  mente entra en un largo monólogo en el límite del delirio y la lucidez, como si el narrador fuera un buzo que se sumerge en el mar de lo posible e imposible.

Quizá podrán pensar que esta historia tiene un corte parecido a la película “Deseando amar (In the Mood for Love)” del director Chow Mo-Wan. El tema central de la historia ya fue elegido por Jorge Volpi en su libro "La tejedora de sombras", incluso podría despertarles el deseo de regalar el libro al tercero en discordia en la relación más sólida que conozcan; lo cierto es que se trata de un efecto porque la novela se da el lujo de ofrecer frases irreales y bien decoradas, al grado de convertirse en formas de explicar lo que a diario vivimos:

  • Mi propósito en el arte del robo, como lo era en el arte de la pintura, es la absorción del mundo en mi mismidad”.
  • Soy consciente del brillo engañoso que poseen los recuerdos de la infancia. Pero recuerdo tardes de soleada quietud que ya no existen, cuando el cielo, de un profundo turquesa, contenía una oscuridad palpitante en un su cénit y la luz sobre la tierra talada parecía ebria de su propia densidad e intensidad”.
  • El duelo, como el dolor físico, sólo es real cuando lo experimentas”.
  • La vida, según afirmaba un filósofo, no es más que una categoría de la muerte, y una categoría muy rara”.
  • Lo que no podía hacer con los puños lo conseguía con las palabras”.
  • ¡Qué lecciones negativas nos enseña el amor!

El padre  Vilchis, irónicamente y antes de terminar el oficio de la misa,  queriendo dejar un mensaje de reflexión para toda una semana y hasta la siguiente misa,  afina su tono de voz, pasa un poco de saliva y comenta “El amor a Dios es lo único que se les permite para ser infieles a su pareja, con él no tienen que ser perfectos, a él no tienen que  escribirle por WhatsApp mientras que a la novia por Telegram, a Dios no le gusta que lo pongan a competir con nadie, él no tiene cuenta en iCloud para que le escriban SMS mientras que a la novia le escriban por Skype, él sólo los ama y desea que no le roben nada a nadie, ni bienes materiales ni bienes espirituales; mucho menos bienes sentimentales”.

Si bien es cierto que no es un libro fácil de saborear, en gran medida porque usa todo tipo de matices, es un autor al que no podemos dejar de leer pues se encarga de golpear a las costumbres, al intelecto y a los prejuicios: fascinate libro.

No debo olvidar darle su crédito a la traductora. Es hasta que el autor describe su estilo como irlandés, que los lectores valoramos la labor de alguien que, además de ser especialista en el autor, debe ser fiel a sus ideas y luchar con su ecuanimidad pese a los desacuerdos que encuentre. Entender su estilo y voz del autor hace que nada del sentido que el autor quiere demostrar se pierda.

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