Hoy es el último dÃa que el Museo Nómada abre sus puertas a los capitalinos de la Ciudad de México con su exposición "ashes and snow", del fotógrafo Gregory Colbert.
Muy temprano programe la visita al museo. HabÃa escuchado comentarios sobre la cantidad de gente que asistÃa dÃa con dÃa, pero lo comprobé hasta que llegue y me formé en una fila que daba la vuelta al museo. A pesar de esto, la espera fue menor de lo que esperaba. Puedo decir que mi visita al museo fue buena. La experiencia a dicho museo se convirtió interesante en el momento en el que la arquitectura hace de la fotografÃa una espacio más que excelente para el contenido de dichas fotos. El sonido ambiental, al agua bajo las fotografÃa, el piso de madera, el bambú y el video hace que cada paso que se da, sea una estancia más que poética. A pesar del calor que se encerraba debido a la cantidad de gente caminando en el mismo lugar, concentrándose en las fotos y con un poco de sensibilidad, podÃas trasladarte a los lugares donde se tomaron las fotos, sintiendo la brisa de arena muy cerca del rostro o las gotas de agua salpicando los dedos de la mano.
Lo único malo de la visita fue encontrarme con el video que se proyectaba en la exposición a un valor de 20 pesos con los vendedores de pirateria en el interior del metro.
Al final esperaba encontrarme con una playera con alguna de las fotos de la exposición, pero sólo estaban a la venta postales, carteles entro otras curiosidades.
Muy temprano programe la visita al museo. HabÃa escuchado comentarios sobre la cantidad de gente que asistÃa dÃa con dÃa, pero lo comprobé hasta que llegue y me formé en una fila que daba la vuelta al museo. A pesar de esto, la espera fue menor de lo que esperaba. Puedo decir que mi visita al museo fue buena. La experiencia a dicho museo se convirtió interesante en el momento en el que la arquitectura hace de la fotografÃa una espacio más que excelente para el contenido de dichas fotos. El sonido ambiental, al agua bajo las fotografÃa, el piso de madera, el bambú y el video hace que cada paso que se da, sea una estancia más que poética. A pesar del calor que se encerraba debido a la cantidad de gente caminando en el mismo lugar, concentrándose en las fotos y con un poco de sensibilidad, podÃas trasladarte a los lugares donde se tomaron las fotos, sintiendo la brisa de arena muy cerca del rostro o las gotas de agua salpicando los dedos de la mano.
Lo único malo de la visita fue encontrarme con el video que se proyectaba en la exposición a un valor de 20 pesos con los vendedores de pirateria en el interior del metro.
Al final esperaba encontrarme con una playera con alguna de las fotos de la exposición, pero sólo estaban a la venta postales, carteles entro otras curiosidades.