Una forma biológica-científica de entender las redes sociales

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La nueva ciencia de la ecología enriqueció el emergente pensamiento sistémico introduciendo dos nuevos conceptos: comunidad y red. Al contempla la comunidad ecológica como un conjunto de organismos ligados en un todo funcional por sus mutuas relaciones, los ecólogos facilitaron el cambio de atención de los organismos hacia las comunidades y en general, aplicando conceptos similares a distintos niveles de los sistemas[1].
Sistema, red y comunidades, son conceptos familiares para quienes hacemos uso de las redes sociales.

Sabemos hoy que la mayoría de l os organismos no sólo son miembros de comunidades ecológicas, sino que son también complejos ecosistemas en sí mismo, conteniendo huestes de organismos más pequeños dotados de considerable autonomía, pero integrados armoniosamente en un todo funcional. Hay pues tres clases de sistemas vivos: organismos, partes de organismos y comunidades de organismos, todos ellos totalidades integradas cuyas propiedades esenciales surgen de las interacciones e interdependencia de sus partes.
Esto me deja pensando si las redes sociales llegarán a ser una clase de sistema o más bien son parte de las descritas arriba.

A lo largo de miles de millones de años de evolución, múltiples especies han ido tejiendo comunidades tan estrechas que el sistema se asemeja a un enorme, multicultural organismo. Abejas y hormigas, por ejemplo, son incapaces de sobrevivir aisladamente pero en masa, actúan casi como las células de un complejo organismo dotado de inteligencia colectiva y capacidad de adaptación superior a las de sus miembros individuales. Una estrecha coordinación de actividades similar se da en la simbiosis entre distintas especies, donde de nuevo los sistemas resultantes tienen las características de un organismo único
Este párrafo es el que me ha hecho meditar sobre el siguiente enfoque que el proyecto honeynet debe darle a sus sistemas, es decir, honeypots que adopten algoritmos de aprendizaje basado en la autopoiesis.

Desde los principios de la ecología las comunidades ecológicas fueron concebidas como entidades constituidas por organismos vinculados por redes a través de relaciones nutricionales.
Personas a mí alrededor me han confesado que Twitter es un buen referente de información novedosa y, hasta cierto punto, digerida.

A medida que el concepto de red fue adquiriendo mayor relevancia en ecología, los pensadores sistémicos empezaron a aplicar los modelos de redes a todos los niveles sistémicos, contemplando a los organismos como redes de células, órganos y sistemas de órganos, al igual que los ecosistemas son entendidos como redes de organismos individuales.
Esto justifica la interacción y sincronización entre las diferentes redes sociales sin importar la compañía que las inventó.

La visión de los sistemas vivos como redes proporciona una nueva perspectiva sobre las llamadas jerarquías de la naturaleza. Puesto que los sistemas vivos son redes a todos los niveles, debemos visualizar la trama de la vida como sistemas vivos (redes) interactuando en forma de red con otros sistemas (redes).
Esto responde a la pregunta del por qué una cuenta de Facebook o Twitter sin seguidores o sin que le sigan no tiene sentido.

Durante las últimas décadas la perspectiva de redes se ha vuelto cada vez más importante en ecología. Como dijo el ecólogo Bernard Patten en sus conclusiones finales en una conferencia sobre redes ecológicas: “La ecología es redes… comprender los ecosistemas será en definitiva comprender las redes”.
Esta conclusión se me hace más un reto, espero siempre comprender las redes.

Image: renjith krishnan / FreeDigitalPhotos.net


[1]Los siguientes fragmentos se obtuvieron del libro Capra, Fritjof. (1998) La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Barcelona: Anagrama.

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